La herencia de futuro estaba marcada en el destino de la finca Tirimaga cuando los padres de ella la cedieron en usufructo al ayuntamiento de Villa de Mazo a cambio de la responsabilidad social de custodiar a su heredera marcada con discapacidad. Más aún cuando hace unos años Tirimaga resistió al desastroso incendio que arrasó castaños y pinos en sus alrededores.
Como una semilla del destino empeñada en la supervivencia, y a pesar del deterioro que se leía en las ruinas de vivienda, corrales y aljibe Tirimaga seguía destinada a conseguir una oportunidad.
Llegan tiempos de cambio, de transición, ya no sirve el crecimiento, ya sobra mano de obra en la construcción, desde los Ayuntamientos se trabaja en paliar y diseñar estrategias de futuro. Sin duda la agricultura ecológica es una salida, porque a pesar de los malos indicadores generales sigue siendo un sector nicho de empleo… y es cuando se abre la oportunidad para Tirimaga.
El empeño y constancia de quienes piensan que es posible articulan estas opciones. Lo primero devolver la fertilidad a esta tierra y nada mejor que empezar por la sanación con las propias plantas. “Plantas que curan plantas” es el título de una iniciativa de formación municipal que permite empezar la recuperación de la tierra. Caléndulas, tajetes, ruibarbos, ortigas, milenramas, artemisas se encargan de ocupar la parcela y ofrecer nuevas opciones a personas que se acercan a esta experiencia un tanto desolados ante la falta de salidas laborales. Del aprendizaje, transformación y voluntad de cambio desde Villa de Mazo se apuesta por recuperar su agropaisaje y se inicia un trabajo riguroso de banco de tierras que permita el acceso y recuperación al muy fragmentado parcelario, cuyas propiedades se diluyen incluso en la lejanía de palmeros que emigraron a Sudamérica.
Pero vivimos en otro siglo y gracias a Internet y las redes, Villa de Mazo descubre a la red Terrae y su banco de tierras. A pesar de la distancia la voluntad de la corporación es total y decide integrarse en la Asociación con la intención decidida de apostar por la agroecología como estrategia de futuro.
Después Tirimaga sigue su transformación, 25 desempleados tutorizados por una ingeniera agrónoma y agricultora ecológica, han realizado la formación Tredar básica de 50 horas. El éxito es palpable, 18 alumnos siguen apostando y empeñando su tiempo en seguir aprendiendo. Quieren a su parcelita como su familia, están orgullosos de su trabajo, llevan a sus familiares y amigos para enseñarles su aprendizaje y están incubando su paso hacia el emprendimiento.
Ahora ya está abierta la vía de futuro para Tirimaga, son visibles sus argumentos: su emplazamiento mágico con vistas a las tres islas, su accesibilidad al agua y carretera, sus elementos etnográficos de valor como ese horno refugiado del viento o esa era con sus paredes verticales,… y el trabajo de horticultura agroecológica que está regenerando el suelo desde la biodiversidad… y si no que pregunten a ese gallego que lleva recogiendo berenjenas con gran ilusión.
Tirimaga se postula como otro centro agroecológico demostrativo, como lugar de referencia para seguir generando oportunidades de emprendimiento. Además será un ejemplo a seguir de la necesidad de recuperar zonas de cultivo abandonados como estrategia de freno ante el riesgo de incendios, que probablemente siga aumentando animado por los síntomas del cambio climático y el creciente abandono de cultivos de un agropaisaje insular a recuperar.